París es una ciudad monumental. Paseos por enormes avenidas rodeadas de edificios, monumentos y museos llenos de historia enriquecen los días de viaje con una agenda más que completa.

Notre Dame, el Arco del Triunfo, el hospital de los Inválidos, Orsay, el Louvre o la verdadera Estatua de la Libertad son algunos de los puntos de visita obligatoria. Sin embargo, una construcción sobresale de todas las demás, visible desde cualquier punto de París. Se trata de la Torre Eiffel (Tour Eiffel), reconocible como si desde 1889 no hubieran pasado los años por ella, cuya grandeza impresiona y asusta en partes iguales cuanto más nos acercamos.

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