Irlanda rebosa alegría y naturaleza en una isla marcada por la conquista y la independencia a lo largo de toda su historia. Los irlandeses tienen un carácter serio en un primer contacto, pero amables y abiertos tras pocas palabras de conversación. En Dublín predominan los parques, los edificios tradicionales y los puentes que cruzan el río Liffey, mientras que los bares se llenan para escuchar a jóvenes artistas entre pintas de Guinness, siempre con el espíritu de U2 presente.
En la costa opuesta, tras cruzar todo el país, los verdes acantilados de Moher nos ofrecen una nueva perspectiva de Irlanda junto a las vecinas islas Aran, encontrando pequeños pueblos a nuestro paso hasta llegar a la ciudad de Galway en un viaje que nos sumerge de lleno en el aire irlandés.
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